Muchas veces nuestros pensamientos nos traicionan y muestran perspectivas muy diferentes a la realidad, por lo que creemos que somos un error, un fracaso o algo inservible; olvidando que Dios tiene un propósito con nuestra vida. Creemos más en lo que vemos que en lo que vamos a recibir y eso hace que nos rindamos antes de tiempo. No puedes ser un ganador, pensando como fracasado.

Las relaciones sentimentales son lo más maravilloso que podemos experimentar…hasta que se rompen y la pareja “ideal” se transforma repentinamente en tu EX. ¿Qué hacer en estos casos? ¿Alejarlo(a) para siempre? ¿Olvidarlo(a)? ¿quedar como amigos cercanos? ¿volverlo a intentar? ¿darle de golpes? ¿vengarte de una manera cruel? ¿Quedarse sola(o) un tiempo? ¿qué alternativa es la mejor y la ideal? ¿cómo logro que no me afecte tanto, para que pueda continuar mi vida y conocer a mi pareja Idónea?.

Las preocupaciones y los afanes de la vida pueden hacer que enfoquemos toda nuestra atención y energías en ellas, sin embargo, ¿Qué pasa cuando te ocupas de las cosas de Dios?

La vida aquí en la tierra es pasajera y por lo tanto también las personas. Algunas te dejarán y cuando ese tiempo llegue ¡déjalas ir! No trates de persuadirlos a que se queden. Raras veces tu futuro está unido a los que se van. Cuando algunas personas ya no pertenecen a tu vida, nada podrá hacer que se queden.

“Mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:19 NVI)

¿Qué haces cuando te encuentras en una zanja esperando por tu milagro, y es frío, oscuro y solitario? Tal vez estás, o conoces a alguien en esa senda. Puede ser escalofriante y te puede hacer sentir inseguro, no tienes idea hacia donde te diriges, o cuanto tomará esa travesía, y comienzas a sentir la presión.